El humor en tiempos políticamente correctos

Recuerdo que en mi tierna infancia y mi plácida adolescencia, la gente podía hacer chistes a libre albedrío. Los oyentes se reían o no en base a lo gracioso que fuera el interlocutor o a la gracia que tuviera el chiste en cuestión. Eran otros tiempos en los que el humor pertenecía a la categoría "espectáculos" (quesito rosa del trivial) y los políticos a la política. Ahora sin embargo, parece que se han fusionado y los políticos se dedican a dar un espectáculo (lamentable) y del humor se tiende a hacer política (correcta).

Para que quede más claro lo que estoy diciendo. El otro día me levanté con ganas de contar un chiste, de camino al trabajo me fui preparando mentálmente un repertorio. Estaba tan ilusionado...

Llegué a la oficina y me encontré con la chica de recepción:-esta es la mía-pensé.

-Hola Pili, ¿Sabes aquel chiste que va un negro por el desierto y...

ahí me cortó. Me miró muy seria y me dijo que ya estaba bien de contar chistes de negros, que era un racista y que además había que llamarlos ciudadanos afroamericanos. -Pero si estamos en España ¿Como vamos a llamarlos asi?-intenté replicar. Pero nada, que o los llamaba afroamericanos o no había chiste.

En fin, que me subí al ascensor indignado. Allí me encontré al mensajero.

-Coño Ramirez. Sabes aquel que va un Inglés, un frances y un español...
-Para,para-me cortó-Que mi abuelo era inglés. Ya está bien de chistes en los que se hace quedar a los extranjeros por debajo de los españoles. Xenófobo, que eres un xenófobo.

Vaya, parece que había dado con los dos sosos de la empresa. Me fui a por un café y al ver al camarero le pregunté:
-Pancho ¿estás de buen humor hoy?
-Si. ¿Por qué?
-Porque te voy a contar un chiste. Va un mariquita con un abanico...
-Oye, que mi primo pertenece al colectivo gay y estoy muy orgulloso de él. Que homófobo eres, y yo que pensaba que eras normal.

Confundido y extrañado, consulté el calendario para comprobar que no era el 28 de Diciembre y me estuvieran gastando todos una broma. Me encontré con Margarita,la señora de la limpieza.
Ella es andaluza, pensé, Tiene que tener sentido del humor.

-Margaaa, ¿Sabes por qué los de lepe se ponen croquetas en los ojos?
Mientras recibía un escobazo, recordé que la mujer era precisamente de Lepe. Desde luego, en mal día se me había ocurrido ponerme el traje de chiste.

Me senté en mi mesa refunfuñando, miré de reojo a Fresnedosa tanteando a ver de que humor estaba. Parecía sonreir así que me animé pero decidí ir con cautela.

-Fresnedosa, ¿tú tienes algún familiar tartamudo?
-Si, mi hermano ¿Por qué?
-No por nada,por nada. ¿Sabes aquel que era una mujer un poco guarrilla que...

No me dió tiempo ni a acabar la frase. La Loli apareció de la nada y me arreó un collejón a mano abierta que me dejó temblando. Que si ya estabamos con lo mismo, que si cuando no querían eran unas estrechas y si querían eran unas guarras en tono despectivo, ofensivo. bli bli bli, bla bla bla.

Decidí que ya estaba harto de recibir palos y me dediqué a descartar temas que pudieran herir sentimientos. Chistes de gitanos, fuera. De minusválidos (perdón, de personas con discapacidad física) fuera. De animales, fuera. De prostitutas, cornudos/as, suegras etc, fuera. Continué descartando temas hasta que se me apareció la luz. Puedo hacer un chiste de mi mismo.

Reuní a toda la oficina y subiendome a una silla, casi llorando de la emoción, comencé.
-El otro día iba YO caminando por la calle y resbalé con una cascara de plátano y al caer grite...
-Che pará-Ese era Ezequiel, el psicólogo de la empresa- Vos tenés que tener un poco más de autoestima. No pensés que sos menos que el resto. Querete un poco y no te rías de vos mismo.

La jodimos. Si ya uno no se puede reir ni de si mismo, ¿para que empeñarse en querer tener algo de sentido del humor?

Pensé que si ese era el destino de la sociedad, tendría que aceptarlo. Esperaría paciente a que el tiempo nos fuera convirtiendo en unos rancios. En unas setas incapaces de decir nada por miedo a que otras personas pudieran sentirse aludidas. Apilé mis videos de Arévalo, del señor Barragán, de Martes y trece... Me intentaron consolar diciendo que meterse con el PP y la gente de derechas en general, seguía siendo políticamente correcto. Pero imitar a Rajoy ya no me llenaba como antes.

Seguí apilando los tesoros que había acumulado en mi templo del humor. El muñeco que le dabas a un botón y le asomaba el pene. El libro de los mejores chistes de gangosos...Miré por última vez la foto de las hijas de Zapatero con Obama antes de arrojarla con el resto de las cosas, y le prendí fuego a todo.

Me alejé de allí trístemente y con una duda rondando en mi cabeza. ¿No nos estaremos tomando todo demasiado en serio? ¿Qué sentido tiene pasar tus días amargado? Si al fin y al cabo, la vida es solo un chiste y los chistes, chistes son.